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Los mejores vinos argentinos y sus cepas

Del Torrontés Riojano al Malbec, pasando por las francesas Cabernet, Merlot o Chardonnay, un recorrido por las mejores cepas cultivadas en Argentina.

Malbec. Insignia de nuestro país en el exterior y en el mercado interno. Fue traído de Francia a mediados de 1800. Hubo dos factores determinantes a la hora de convertirla en una variedad característica de Argentina: la primera, las particularidades que le dio su contacto con el clima, latitud y la tierra de acá (muy diferentes a las de Sur Oeste de Francia); la segunda, una plaga que arrasó con las plantaciones de Côt poco después de que se trajera a la Argentina y su impacto en la reducción de plantaciones.

Si bien nuestro país no es hoy por hoy el único que produce Malbec, sí es el que más volumen de plantaciones tiene y sus vinos han recibido muchísimos premios. Más del 80 por ciento de los viñedos de Malbec están en Mendoza (en Luján de Cuyo y Valle de Uco) aunque también se produce en el Norte del país con sus características diferentes y particularidades.

“Lo que pasó de interesante con el Malbec es que es un vino que se dio mejor acá que en su tierra de origen. Eso y que es un vino muy amable y fácil de tomar por sus características”, asegura Griguol.

Torrontés. Cepa única de nuestro país.

sta variedad de vino blanco extra perfumado se asocia al norte de nuestro país. Se trata de una cepa criolla que tiene tres variedades: torrontés mendocino, sanjuanino, y riojano, el que mejores condiciones tiene para dar vinos de calidad. “El Torrontés riojano es una cepa que tiene muchos antecedentes: de 1600 en adelante ya hay registro de una variedad en la región y en 1800 ya se exportaba de La Rioja un vino blanco que no se llamaba así pero compartía características”, explica Rodolfo Griguol, Doctor en Enología y Gerente de Enología de bodegas La Riojana Coop.

Con su estilo extra perfumado y la particularidad de que no se conoce ninguno similar en otros países, este vino blanco ya ganó más de un galardón internacional y apunta a lograr muchos más. “El Riojano es un vino único, más interesante por sus particularidades que ningún otro. Exige más trabajo porque quien nunca lo probó puede incluso sentirlo demasiado perfumado”, reflexiona Griguol.

Bonarda. Su popularidad crece día a día entre los vinófilos

Menos explotada que el Malbec pero parecida en sus posibilidades y en esta condición de única, esta variedad solo se da en nuestro país y con enorme facilidad. Durante mucho tiempo esa condición de rústica hizo que se la destinara al vino de mesa sin mayores pretensiones, algo que en los últimos tiempos cambió más que nada por un impulso de muchos enólogos que ven sus posibilidades.

“En el último tiempo se lograron unos vinos increíbles con una cepa que durante mucho tiempo estuvo destinada a vinos de corte pero hoy ya se destina a varietales”, explica el enólogo Rodolfo Griguol. De Mendoza al Noroeste, esta uva se lleva muy bien con su territorio de origen y puede llegar a convertirse en un nuevo vino insignia.

Cabernet Sauvignon. La más consumida

Aunque el Cabernet Sauvignon no es argentino, en la cultura del consumidor interno durante años fue incluso más popular que el Malbec o el Bonarda. Aunque un poco desplazado por el boom del Malbec, al día de hoy tiene muchísimos consumidores en nuestro país y en el resto del mundo, donde lidera todos los rankings. Oriunda de Burdeos, esta cepa tomó sus particularidades dependiendo de la región. Mendoza es la provincia que más hectáreas de Cabernet Sauvignon siembra, seguida por San Juan y La Rioja.

Merlot. Una cepa de amor y odio

Dicen quienes trabajan en vinos que la desgracia de esta cepa empezó con la célebre película Entre Copas (lo mismo que el éxito del PinotNoir). Pero como todo lo que sube tiene que bajar -y viceversa- hace un tiempo que los sommeliers de todo el mundo volvieron sobre este vino que genera amores y odios. Varios Merlot de estas regiones estuvieron en la lista de destacados, lo cierto es que todavía la tendencia en la siembra de esta variedad está en baja.

Aterciopelado y más suave que su primo hermano el Cabernet, este vino tinto típico de la zona de Burdeos es fácil de tomar y acompaña muy bien una cantidad de platos. Porque no hay tantos en góndola, quienes lo defienden dicen que es más fácil acertar con un Merlot que con tantos otros vinos, solo hay que salir de lo conocido y darle una chance.

Chardonnay. Una de las preferidas en el país.

Igual que el Cabernet Sauvignon y el Merlot, el Chardonnnay es una de las uvas que vinieron de la región de Borgoña y calaron profundo en nuestras costumbres. “Es el varietal blanco que más se asemeja a un tinto: tiene mucha estructura en boca y mucha personalidad y de hecho, se le hace una fermentación que se llama maloláctica, muy común en los vinos tintos de mediana y alta gama”, explica Griguol.

Además de los blends y varietales, el Chardonnay se usa mucho como base para espumantes, de ahí que sea una de las cepas que más plantaciones tiene en Mendoza, San juan y La Rioja. Vino blanco más versátil de todos, que sea uno de los favoritos no es un misterio.

Semillón. La nueva revelación.

Poco representativa en cuanto a la cantidad de hectáreas sembradas, pero muy ruidosa por lo particular de esa decisión, el Semillón es una de las grandes revelaciones de los últimos tres años. Originaria de Francia y hoy más reconocida por sus vinos australianos, esta cepa llegó al país en el mismo momento que el Malbec y estuvo a muy poco de perderse cuando un grupo de enólogos decidió darle una oportunidad. Se trata de un vino blanco tan suave y sutil que muchos años fue usado de base, pero que correctamente elaborado dio resultados únicos como varietal. No hay muchos antecedentes previos a 2015, quienes más valoran el vino argentino lo recomiendan probar.

Para Griguol lo más interesante que tiene nuestro país es la enorme variedad de climas que permite lograr vinos únicos, una cualidad que a veces la costumbre desdibuja. “Lo que pasa mucho es que el consumidor se queda con las variedades que conoce en vez de animarse a probar nuevas. En países como Francia, donde la gente tiene mucha cultura del vino, eso no es tan así”, reflexiona. Lo cierto es que Argentina tiene la gran fortuna de ofrecer excelentes condiciones para una cantidad de variedades. Cabernet Sauvignon, Merlot, Sirah, Bonarda y Pinot Noir son algunas de las cepas de tintos que se dan con características únicas en estas latitudes, igual que el Torrontés, el Chardonnay y el Sauvignon Blanc.

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